martes, 11 de septiembre de 2007

13 cuadras

Viene un colectivo, un 60, que aunque no es el mío, sí el 60, pero no el recorrido, el de fleming, me lo tomo: son casi las 2 de la mañana de un martes y no creo que vengan muchos más. Y tengo sueño.
-Hola.
No recibo respuesta. Asumo que el colectivero sufre de lo mismo que la mayoría de los colectiveros: es mudo, así que prosigo: uno veinticinco por favor.

Andá a saber cuánto tiempo después, cuando salgo de la madriguera del conejo blanco y saco los ojos de mi libro, veo sorprendido cómo el lógicamente vacío colectivo se había llenado. Además veo mi calle, también sorprendido, pero por suerte reacciono y cambio la sorpresa por apuro: salí despedido a la puerta de atrás, entre la gente parada, así de lleno estaba, y toco timbre. Ring.

Parado en el medio de la calle abro la mochila, guardo mis Detectives Salvajes, mejor dicho: los de Bolaño, y saco una pelota de golf. Nada como la compañía de una pelota de golf para hacer las trece cuadras nocturnas hasta casa. Mucha mejor compañía de lo que durante tantos años supo ser un cigarrillo: nunca duraban toda la caminata.
Viene rebotando al lado mío: contra el asfalto, poing, una baldosa rota y despareja, poink, y cae en un charquito. Pok. Bastante puntería y mala suerte. Por lo menos no te vas por la alcantarilla, le digo, los puchos se iban por las alcantarillas, le digo.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

¿Se acuerdan que nevó?

Seguro.
Yo me tomé el trabajo de hacer una compilación de los comentarios que dejaban en sus 'nicks'; así que ahora, que se la nevada se enfrió, cuac, las comparto con ustedes...

- Let it Snow, let it Snow, let it snow...
- alquilo mis botas de snowboard!!ja!!
- NIEVE!!!!y para cuando un cataclismo que aparezca una montaña atras de mi casa...!!!
- en el jardin haciendo snowboard!
- haciendo muñecos...
- uuu loko q flaaa toy en bariloo
- me voy a hacer snowboard a la panamericana
- mirando por la ventana?
- nieveee, saquen los trineos, cuack!
- ahora sí - inviernocontodaslasletras!
- quiero hacer muñecos de nieve!!!
- Nieva!**- nieve, nieve, nieve
- NIEVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
- snow day
- ME FUI A ARMAR UN MUÑEQUITO DE NIEVE
- mas y mas coposs
- niiiiieveeeeeeeeeeeeeee nieveeeeeeeeeee nieve iupi iuuuu
- ESTÁ NEVANDO!!!
- nieveee es nieveee
- s n o w !
- caen copitos

lunes, 20 de agosto de 2007

Cogito ergo sum

¿Qué hago acá, cómo llegué acá? ¿Quiero estar acá?
La normal dice que no, pero que se vaya a cagar la normal, yo no me puedo ir de acá. Menos cuando me voy dando cuenta cuándo soy yo y cuándo no es nadie y cuándo es él -un él totalmente nuevo y de alguna forma sorprendente, pero no por ser un él nuevo, sino porque sea nuevo desde hace tan poco.
No sabía que no era el único.
No, mi duda no es egoísta: no quiero decir que creía ser yo solo, que no esperaba que estuviera él, sino que no esperaba que estuviera ella. Claro, ahora me acuerdo, o mejor dicho: me hago el que me acuerdo recién ahora: lo último que supimos fue que no hay que hacer campaña: “no hagas campaña”, me dijo un tipo, probablemente un político, seguramente un político, eso sí que no me acuerdo: quién era; pero la conclusión es que no había que querer lo que uno quiere. ¿Redundante? Cómo se nota que nunca viste algo Redondo.

Circular.

Terminó siendo un Circo. Todos yendo de acá para allá, retorcidos, alocados, o locos, como mejor se entienda, sabiendo que estábamos mal, pero indudables de que nunca estaríamos mejor. Los latidos eran fuertes, demasiado constantes y en algunos casos eran los últimos, pero eran compartidos, siempre eran entre todos.

Ahora estoy tatuado, uso Ray Ban y escucho Arctic Monkeys. Pero sigo latiendo. Lato. Mi vaso sigue igual: lleno: constante e inagotablemente.

lunes, 13 de agosto de 2007

Ventana

Cuando camino por la calle y veo una casa con la ventana abierta, me caliento.
¿Y?
Me gusta, me invento historias. Resulta que todas las ventanas abiertas de donde yo camino son de mujeres. Resulta que son todas tetonas, culonas. No me acuerdo bien lo que pasa en el medio, si toco timbre y entro con alguna excusa irreal, porque con lo desconfiados que están todos en Argentina me costaría mucho entrar, pero entro, o tocando timbre, o me cuelgo de la ventana de esta tetona, culona, o como sea, pero termino adentro de la casa, con ella, cogiendo.

Con las ventanas de mis vecinas no me pasa. Las ventanas abiertas que veo desde mi habitación, mi cocina, el living y el balcón (es un monoambiente) no me calientan. Es raro, y una lástima, porque más de una debe tener ganas de que la visite. A algunas las vi espiándome: cojo mucho y no tengo cortinas, no me gustan, se ensucian fácil, y mis vecinas me miran cojer.

martes, 31 de julio de 2007

Para mientras tanto

El cerebro se me fue a invernar. Últimamente hizo mucho frío, y sabiendo que la segunda mitad del año es siempre más agotadora y exigente para él, declaró un descanso cuasi obligatorio que, sin más, tuve que aceptar.
Además, estoy alejadísimo de la computadora: todavía no le puse nombre, eso no ayuda. Pobre. Tengo que pensarlo; por ahora tengo una sola opción que no estoy seguro, no sé si me convence.

Pero este no era el punto. El punto era otro: os presento la obra de un viejo amigo de la casa.


-typewriter

I´m sory sir.
You wanted to be literature,
we could only get you to be a footnote.


Aplausos, Utter, aplausos.

miércoles, 18 de julio de 2007

A oscuras

No sé por qué insisto en intentar dormirme así. Nunca pude, y ya lo tengo claro, pero sigo probando. No probando, no es que es un desafío que me hago, pero me acuesto para dormir, y después de un rato de ni acercarme al sueño, me doy cuenta que estoy boca abajo.

Qué extrañes. Acostado boca abajo me distrae todo lo que tengo o lo que podría llegar a tener a mi alrededor. El segundero del despertador: habilidosamente lo rompí hace años para que no haga más ruido; el despertador funciona, sólo que no marca los segundos -y no hace ni tic, ni tac-. Pero mágica(trágica)mente se arregla cuando adopto esta posición.
Aparece gente. Inexistentes compañeros de casa que pasean por doquier, veo sus sombras y a veces escucho sus voces, pero nunca llegan a pasar por mi puerta. La rodean, se acercan hasta el límite para que sepa que están ahí; no más, como si conocerlos no fuera parte del repertorio.

Para cuando empiezo a dar vueltas en la cama, abandonando mi inútil posición inicial, ya es tarde. Ya me llegó: la imposibilidad de dormir. El despertador se transforma en un campanario; las murmuradas conversaciones de mis compañeros anónimos se transforman en arduas discusiones, griteríos sin idioma.

Mi cabeza ya se fue, no se preocupa más por el sueño y se fija en todo lo que pueda distraerla. Otra noche sin dormir.
Y mañana, otro día sin reacción. Estúpido. Desorientado. ¿Perdón?, no entendí, tengo que consultar a cada rato. Estás en otra; tenés una cara. Sí, ya sé.

¿Y si me pongo boca arriba o de costado? Al pedo. Misma historia, pero sin tanta convulsión del despertador.
Mejor me levanto. Pongo música fuerte, un compilado de Pulp que hice hace poco, y doy vueltas por las cientas de páginas porno que tengo agendadas en mi computadora, todavía no sé para qué, como si fuera a olvidarme las direcciones. Las conozco más que mi mail. Se me paró la verga. Termino de escuchar el disco desde el baño, mientras me hago la paja. Quizás me ayude a dormir.
Al final de cada semana, me doy cuenta que esto se transforma en un ritual repetitivo. A veces creo que no dormir me calienta, infructífero fetiche.

Daría cualquier cosa por dormir. Mentira, no daría nada. Nadie merece algo para que yo duerma. No es que tiene precio. Es dormir; es natural. Debería serlo.

jueves, 12 de julio de 2007

Podrán decirme yeta

Gracias Coco por devolverle la cara a esta selección. Hace más de cinco años que cualquier equipito se paraba enfrente y, con atrevimiento, nos quería ganar. Nos jugaban de igual a igual, o lo intentaban, que ya es mucho.
Antes del traspié en el mundial oriental, el equipo de Marcelo salía a jugar y pasar por arriba a los once que estuvieran parados del otro lado de la cancha, sin importar la camiseta que tuvieran; mientras que el rival salía a jugar con un planteo hecho para enfrentar a la Argentina. Esto nos jugó en contra y fue lo que trajo la decepción futbolera más grande desde aquél partido contra Rumania, sin Diego.
A partir del empate con Suecia, dejamos de ser la temida selección Argentina.

Pero eso no fue lo difícil. La verdadera tristeza llegó cuando nos dimos cuenta que los invencibles de siempre, esos que sólo tenían miedo de jugar con nosotros, ahora miraban nuestra camiseta y no temblaban.
Vamos a dar nombres: Brasil. Sin duda, la mejor selección del mundo, año tras año. Nadie quiere cruzarse con Brasil, cualquier cosa menos Brasil. Pero Brasil, justamente, pedía cualquier cosa menos Argentina. Más allá del resultado, el miedo que le tenían a la camiseta Argentina se notaba, y mucho.
Ya no. Hace cinco años, desde ese junio del 2002, la verdeamarelha dejó de tener un rival que le preocupara. Su único problema era ver cómo se despertaban los cracks el día del partido, y si tenían ganas de jugar o no.
Mientras tanto, a la albiceleste le costaba empatar con Paraguay, luchaba en cada amistoso contra Estados Unidos… y ahora éramos nosotros los que temblábamos con Brasil.

En esta copa recuperamos la cara. Esa cara que hace que los rivales traguen un poco de saliva antes de cada jugada. La cara que dice que para ganarnos, van a tener que romperse un par de huesos cada uno. Las caras de Mascherano, Heinze y Tévez, que intimidan más que William Wallace y compañía. La cara de Verón metiendo con ganas, todo (desde pelotazos quirúrgicos, hasta furiosas barridas a los pies de cualquiera) lo que la gente le reclamó –injustamente- después de Corea-Japón. La cara del Coco Basile cantando con fuerza el himno. Hasta la no cara de Román nos saca una sonrisa.
Otra vez, Argentina sale a jugar, a humillar al rival; y, otra vez, el rival hace lo que puede.

Podrán decirme yeta. Como siempre, podemos ganar o perder, porque, por suerte, el fútbol sigue siendo fútbol. Pero la identidad es otra cosa, y ahora la recuperamos. Por eso yo les aseguro que si el domingo miran con atención, van a ver, una vez más, que los once tipos de amarillo están temblando…