Es un rejunte gigante, como una pelota grandota y redonda de nieve, que se agranda y se aredonda con cada metro y centimetro que se mueve.
¿Viste cuando te tiembla todo, el pecho, las manos y de a ratos hasta sentís que el pelo te hace bzz? Algo así.
Tardé muy poco, creo que nunca tan poco. Tomé el tiempo: después de mirar fijo un rato a la ventana, la ventana cerrada por suerte, sino me hubiese quedado mirando fijo más tiempo, pregunté qué hora era y empecé a correr para adelante, y para la derecha, hasta que te chocás con el Golf, ahí otra vez a la derecha. Desde ahí seguís las flechas, dos o tres flechas (2 ó 3 flechas), hasta que estás corriendo por mi barrio. Ahí es todo derecho y zig-zag, ya conocés.
Pero me pasa lo mismo de siempre, que llego y me olvido de preguntar la hora de nuevo, que llego y ni me entero de cuánto tardé, por más ganas que tuve de tomarme el tiempo. Corrí al pedo al final.
Al menos corrí.
¿Al menos? Fue peligroso, estúpido, mirá si te chocaban, digo: mirá si te atropellaban.
sábado, 10 de noviembre de 2007
miércoles, 10 de octubre de 2007
lunes, 1 de octubre de 2007
Más allá de la música
Eran una multitud. En realidad éramos una multitud. No, éramos dos multitudes: por un lado ellos y ellas; por el otro nosotros. Otra falacia. Por un lado ellos y ellas, y nosotros estábamos por el mismo lado, porque el espacio no abundaba. La división era más imaginaria, al estilo paralelos y meridianos: imaginarios.
Lo único en común entre todos era la actividad del primer momento, esperar, y la próxima, la verdadera actividad que nos había reunido, si es que se puede decir que estábamos reunidos, entre tanta separación, aunque también dudo que la actividad fuera nuestra: escuchar a la banda. Ex banda: su último show en vivo.
Entre los presentes, habremos visto no más de dos presentaciones en vivo de la banda/ex banda. Para la mayoría era debut y despedida. Igual que esto: la primer y última crítica que recibieron. Curiosamente, una crítica que no dice ni aclara nada; no aplaude ni entierra. Ni siquiera critica. Sólo despide a las personas que integraban la banda/ex banda.
Sólo a las personas.
Lo único en común entre todos era la actividad del primer momento, esperar, y la próxima, la verdadera actividad que nos había reunido, si es que se puede decir que estábamos reunidos, entre tanta separación, aunque también dudo que la actividad fuera nuestra: escuchar a la banda. Ex banda: su último show en vivo.
Entre los presentes, habremos visto no más de dos presentaciones en vivo de la banda/ex banda. Para la mayoría era debut y despedida. Igual que esto: la primer y última crítica que recibieron. Curiosamente, una crítica que no dice ni aclara nada; no aplaude ni entierra. Ni siquiera critica. Sólo despide a las personas que integraban la banda/ex banda.
Sólo a las personas.
martes, 11 de septiembre de 2007
13 cuadras
Viene un colectivo, un 60, que aunque no es el mío, sí el 60, pero no el recorrido, el de fleming, me lo tomo: son casi las 2 de la mañana de un martes y no creo que vengan muchos más. Y tengo sueño.
-Hola.
No recibo respuesta. Asumo que el colectivero sufre de lo mismo que la mayoría de los colectiveros: es mudo, así que prosigo: uno veinticinco por favor.
Andá a saber cuánto tiempo después, cuando salgo de la madriguera del conejo blanco y saco los ojos de mi libro, veo sorprendido cómo el lógicamente vacío colectivo se había llenado. Además veo mi calle, también sorprendido, pero por suerte reacciono y cambio la sorpresa por apuro: salí despedido a la puerta de atrás, entre la gente parada, así de lleno estaba, y toco timbre. Ring.
Parado en el medio de la calle abro la mochila, guardo mis Detectives Salvajes, mejor dicho: los de Bolaño, y saco una pelota de golf. Nada como la compañía de una pelota de golf para hacer las trece cuadras nocturnas hasta casa. Mucha mejor compañía de lo que durante tantos años supo ser un cigarrillo: nunca duraban toda la caminata.
Viene rebotando al lado mío: contra el asfalto, poing, una baldosa rota y despareja, poink, y cae en un charquito. Pok. Bastante puntería y mala suerte. Por lo menos no te vas por la alcantarilla, le digo, los puchos se iban por las alcantarillas, le digo.
-Hola.
No recibo respuesta. Asumo que el colectivero sufre de lo mismo que la mayoría de los colectiveros: es mudo, así que prosigo: uno veinticinco por favor.
Andá a saber cuánto tiempo después, cuando salgo de la madriguera del conejo blanco y saco los ojos de mi libro, veo sorprendido cómo el lógicamente vacío colectivo se había llenado. Además veo mi calle, también sorprendido, pero por suerte reacciono y cambio la sorpresa por apuro: salí despedido a la puerta de atrás, entre la gente parada, así de lleno estaba, y toco timbre. Ring.
Parado en el medio de la calle abro la mochila, guardo mis Detectives Salvajes, mejor dicho: los de Bolaño, y saco una pelota de golf. Nada como la compañía de una pelota de golf para hacer las trece cuadras nocturnas hasta casa. Mucha mejor compañía de lo que durante tantos años supo ser un cigarrillo: nunca duraban toda la caminata.
Viene rebotando al lado mío: contra el asfalto, poing, una baldosa rota y despareja, poink, y cae en un charquito. Pok. Bastante puntería y mala suerte. Por lo menos no te vas por la alcantarilla, le digo, los puchos se iban por las alcantarillas, le digo.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
¿Se acuerdan que nevó?
Seguro.
Yo me tomé el trabajo de hacer una compilación de los comentarios que dejaban en sus 'nicks'; así que ahora, que se la nevada se enfrió, cuac, las comparto con ustedes...
- Let it Snow, let it Snow, let it snow...
- alquilo mis botas de snowboard!!ja!!
- NIEVE!!!!y para cuando un cataclismo que aparezca una montaña atras de mi casa...!!!
- en el jardin haciendo snowboard!
- haciendo muñecos...
- uuu loko q flaaa toy en bariloo
- me voy a hacer snowboard a la panamericana
- mirando por la ventana?
- nieveee, saquen los trineos, cuack!
- ahora sí - inviernocontodaslasletras!
- quiero hacer muñecos de nieve!!!
- Nieva!**- nieve, nieve, nieve
- NIEVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
- snow day
- ME FUI A ARMAR UN MUÑEQUITO DE NIEVE
- mas y mas coposs
- niiiiieveeeeeeeeeeeeeee nieveeeeeeeeeee nieve iupi iuuuu
- ESTÁ NEVANDO!!!
- nieveee es nieveee
- s n o w !
- caen copitos
Yo me tomé el trabajo de hacer una compilación de los comentarios que dejaban en sus 'nicks'; así que ahora, que se la nevada se enfrió, cuac, las comparto con ustedes...
- Let it Snow, let it Snow, let it snow...
- alquilo mis botas de snowboard!!ja!!
- NIEVE!!!!y para cuando un cataclismo que aparezca una montaña atras de mi casa...!!!
- en el jardin haciendo snowboard!
- haciendo muñecos...
- uuu loko q flaaa toy en bariloo
- me voy a hacer snowboard a la panamericana
- mirando por la ventana?
- nieveee, saquen los trineos, cuack!
- ahora sí - inviernocontodaslasletras!
- quiero hacer muñecos de nieve!!!
- Nieva!**- nieve, nieve, nieve
- NIEVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
- snow day
- ME FUI A ARMAR UN MUÑEQUITO DE NIEVE
- mas y mas coposs
- niiiiieveeeeeeeeeeeeeee nieveeeeeeeeeee nieve iupi iuuuu
- ESTÁ NEVANDO!!!
- nieveee es nieveee
- s n o w !
- caen copitos
lunes, 20 de agosto de 2007
Cogito ergo sum
¿Qué hago acá, cómo llegué acá? ¿Quiero estar acá?
La normal dice que no, pero que se vaya a cagar la normal, yo no me puedo ir de acá. Menos cuando me voy dando cuenta cuándo soy yo y cuándo no es nadie y cuándo es él -un él totalmente nuevo y de alguna forma sorprendente, pero no por ser un él nuevo, sino porque sea nuevo desde hace tan poco.
No sabía que no era el único.
No, mi duda no es egoísta: no quiero decir que creía ser yo solo, que no esperaba que estuviera él, sino que no esperaba que estuviera ella. Claro, ahora me acuerdo, o mejor dicho: me hago el que me acuerdo recién ahora: lo último que supimos fue que no hay que hacer campaña: “no hagas campaña”, me dijo un tipo, probablemente un político, seguramente un político, eso sí que no me acuerdo: quién era; pero la conclusión es que no había que querer lo que uno quiere. ¿Redundante? Cómo se nota que nunca viste algo Redondo.
Circular.
Terminó siendo un Circo. Todos yendo de acá para allá, retorcidos, alocados, o locos, como mejor se entienda, sabiendo que estábamos mal, pero indudables de que nunca estaríamos mejor. Los latidos eran fuertes, demasiado constantes y en algunos casos eran los últimos, pero eran compartidos, siempre eran entre todos.
Ahora estoy tatuado, uso Ray Ban y escucho Arctic Monkeys. Pero sigo latiendo. Lato. Mi vaso sigue igual: lleno: constante e inagotablemente.
La normal dice que no, pero que se vaya a cagar la normal, yo no me puedo ir de acá. Menos cuando me voy dando cuenta cuándo soy yo y cuándo no es nadie y cuándo es él -un él totalmente nuevo y de alguna forma sorprendente, pero no por ser un él nuevo, sino porque sea nuevo desde hace tan poco.
No sabía que no era el único.
No, mi duda no es egoísta: no quiero decir que creía ser yo solo, que no esperaba que estuviera él, sino que no esperaba que estuviera ella. Claro, ahora me acuerdo, o mejor dicho: me hago el que me acuerdo recién ahora: lo último que supimos fue que no hay que hacer campaña: “no hagas campaña”, me dijo un tipo, probablemente un político, seguramente un político, eso sí que no me acuerdo: quién era; pero la conclusión es que no había que querer lo que uno quiere. ¿Redundante? Cómo se nota que nunca viste algo Redondo.
Circular.
Terminó siendo un Circo. Todos yendo de acá para allá, retorcidos, alocados, o locos, como mejor se entienda, sabiendo que estábamos mal, pero indudables de que nunca estaríamos mejor. Los latidos eran fuertes, demasiado constantes y en algunos casos eran los últimos, pero eran compartidos, siempre eran entre todos.
Ahora estoy tatuado, uso Ray Ban y escucho Arctic Monkeys. Pero sigo latiendo. Lato. Mi vaso sigue igual: lleno: constante e inagotablemente.
lunes, 13 de agosto de 2007
Ventana
Cuando camino por la calle y veo una casa con la ventana abierta, me caliento.
¿Y?
Me gusta, me invento historias. Resulta que todas las ventanas abiertas de donde yo camino son de mujeres. Resulta que son todas tetonas, culonas. No me acuerdo bien lo que pasa en el medio, si toco timbre y entro con alguna excusa irreal, porque con lo desconfiados que están todos en Argentina me costaría mucho entrar, pero entro, o tocando timbre, o me cuelgo de la ventana de esta tetona, culona, o como sea, pero termino adentro de la casa, con ella, cogiendo.
Con las ventanas de mis vecinas no me pasa. Las ventanas abiertas que veo desde mi habitación, mi cocina, el living y el balcón (es un monoambiente) no me calientan. Es raro, y una lástima, porque más de una debe tener ganas de que la visite. A algunas las vi espiándome: cojo mucho y no tengo cortinas, no me gustan, se ensucian fácil, y mis vecinas me miran cojer.
¿Y?
Me gusta, me invento historias. Resulta que todas las ventanas abiertas de donde yo camino son de mujeres. Resulta que son todas tetonas, culonas. No me acuerdo bien lo que pasa en el medio, si toco timbre y entro con alguna excusa irreal, porque con lo desconfiados que están todos en Argentina me costaría mucho entrar, pero entro, o tocando timbre, o me cuelgo de la ventana de esta tetona, culona, o como sea, pero termino adentro de la casa, con ella, cogiendo.
Con las ventanas de mis vecinas no me pasa. Las ventanas abiertas que veo desde mi habitación, mi cocina, el living y el balcón (es un monoambiente) no me calientan. Es raro, y una lástima, porque más de una debe tener ganas de que la visite. A algunas las vi espiándome: cojo mucho y no tengo cortinas, no me gustan, se ensucian fácil, y mis vecinas me miran cojer.
martes, 31 de julio de 2007
Para mientras tanto
El cerebro se me fue a invernar. Últimamente hizo mucho frío, y sabiendo que la segunda mitad del año es siempre más agotadora y exigente para él, declaró un descanso cuasi obligatorio que, sin más, tuve que aceptar.
Además, estoy alejadísimo de la computadora: todavía no le puse nombre, eso no ayuda. Pobre. Tengo que pensarlo; por ahora tengo una sola opción que no estoy seguro, no sé si me convence.
Pero este no era el punto. El punto era otro: os presento la obra de un viejo amigo de la casa.
-typewriter
I´m sory sir.
You wanted to be literature,
we could only get you to be a footnote.
Aplausos, Utter, aplausos.
Además, estoy alejadísimo de la computadora: todavía no le puse nombre, eso no ayuda. Pobre. Tengo que pensarlo; por ahora tengo una sola opción que no estoy seguro, no sé si me convence.
Pero este no era el punto. El punto era otro: os presento la obra de un viejo amigo de la casa.
-typewriter
I´m sory sir.
You wanted to be literature,
we could only get you to be a footnote.
Aplausos, Utter, aplausos.
miércoles, 18 de julio de 2007
A oscuras
No sé por qué insisto en intentar dormirme así. Nunca pude, y ya lo tengo claro, pero sigo probando. No probando, no es que es un desafío que me hago, pero me acuesto para dormir, y después de un rato de ni acercarme al sueño, me doy cuenta que estoy boca abajo.
Qué extrañes. Acostado boca abajo me distrae todo lo que tengo o lo que podría llegar a tener a mi alrededor. El segundero del despertador: habilidosamente lo rompí hace años para que no haga más ruido; el despertador funciona, sólo que no marca los segundos -y no hace ni tic, ni tac-. Pero mágica(trágica)mente se arregla cuando adopto esta posición.
Aparece gente. Inexistentes compañeros de casa que pasean por doquier, veo sus sombras y a veces escucho sus voces, pero nunca llegan a pasar por mi puerta. La rodean, se acercan hasta el límite para que sepa que están ahí; no más, como si conocerlos no fuera parte del repertorio.
Para cuando empiezo a dar vueltas en la cama, abandonando mi inútil posición inicial, ya es tarde. Ya me llegó: la imposibilidad de dormir. El despertador se transforma en un campanario; las murmuradas conversaciones de mis compañeros anónimos se transforman en arduas discusiones, griteríos sin idioma.
Mi cabeza ya se fue, no se preocupa más por el sueño y se fija en todo lo que pueda distraerla. Otra noche sin dormir.
Y mañana, otro día sin reacción. Estúpido. Desorientado. ¿Perdón?, no entendí, tengo que consultar a cada rato. Estás en otra; tenés una cara. Sí, ya sé.
¿Y si me pongo boca arriba o de costado? Al pedo. Misma historia, pero sin tanta convulsión del despertador.
Mejor me levanto. Pongo música fuerte, un compilado de Pulp que hice hace poco, y doy vueltas por las cientas de páginas porno que tengo agendadas en mi computadora, todavía no sé para qué, como si fuera a olvidarme las direcciones. Las conozco más que mi mail. Se me paró la verga. Termino de escuchar el disco desde el baño, mientras me hago la paja. Quizás me ayude a dormir.
Al final de cada semana, me doy cuenta que esto se transforma en un ritual repetitivo. A veces creo que no dormir me calienta, infructífero fetiche.
Daría cualquier cosa por dormir. Mentira, no daría nada. Nadie merece algo para que yo duerma. No es que tiene precio. Es dormir; es natural. Debería serlo.
Qué extrañes. Acostado boca abajo me distrae todo lo que tengo o lo que podría llegar a tener a mi alrededor. El segundero del despertador: habilidosamente lo rompí hace años para que no haga más ruido; el despertador funciona, sólo que no marca los segundos -y no hace ni tic, ni tac-. Pero mágica(trágica)mente se arregla cuando adopto esta posición.
Aparece gente. Inexistentes compañeros de casa que pasean por doquier, veo sus sombras y a veces escucho sus voces, pero nunca llegan a pasar por mi puerta. La rodean, se acercan hasta el límite para que sepa que están ahí; no más, como si conocerlos no fuera parte del repertorio.
Para cuando empiezo a dar vueltas en la cama, abandonando mi inútil posición inicial, ya es tarde. Ya me llegó: la imposibilidad de dormir. El despertador se transforma en un campanario; las murmuradas conversaciones de mis compañeros anónimos se transforman en arduas discusiones, griteríos sin idioma.
Mi cabeza ya se fue, no se preocupa más por el sueño y se fija en todo lo que pueda distraerla. Otra noche sin dormir.
Y mañana, otro día sin reacción. Estúpido. Desorientado. ¿Perdón?, no entendí, tengo que consultar a cada rato. Estás en otra; tenés una cara. Sí, ya sé.
¿Y si me pongo boca arriba o de costado? Al pedo. Misma historia, pero sin tanta convulsión del despertador.
Mejor me levanto. Pongo música fuerte, un compilado de Pulp que hice hace poco, y doy vueltas por las cientas de páginas porno que tengo agendadas en mi computadora, todavía no sé para qué, como si fuera a olvidarme las direcciones. Las conozco más que mi mail. Se me paró la verga. Termino de escuchar el disco desde el baño, mientras me hago la paja. Quizás me ayude a dormir.
Al final de cada semana, me doy cuenta que esto se transforma en un ritual repetitivo. A veces creo que no dormir me calienta, infructífero fetiche.
Daría cualquier cosa por dormir. Mentira, no daría nada. Nadie merece algo para que yo duerma. No es que tiene precio. Es dormir; es natural. Debería serlo.
jueves, 12 de julio de 2007
Podrán decirme yeta
Gracias Coco por devolverle la cara a esta selección. Hace más de cinco años que cualquier equipito se paraba enfrente y, con atrevimiento, nos quería ganar. Nos jugaban de igual a igual, o lo intentaban, que ya es mucho.
Antes del traspié en el mundial oriental, el equipo de Marcelo salía a jugar y pasar por arriba a los once que estuvieran parados del otro lado de la cancha, sin importar la camiseta que tuvieran; mientras que el rival salía a jugar con un planteo hecho para enfrentar a la Argentina. Esto nos jugó en contra y fue lo que trajo la decepción futbolera más grande desde aquél partido contra Rumania, sin Diego.
A partir del empate con Suecia, dejamos de ser la temida selección Argentina.
Pero eso no fue lo difícil. La verdadera tristeza llegó cuando nos dimos cuenta que los invencibles de siempre, esos que sólo tenían miedo de jugar con nosotros, ahora miraban nuestra camiseta y no temblaban.
Vamos a dar nombres: Brasil. Sin duda, la mejor selección del mundo, año tras año. Nadie quiere cruzarse con Brasil, cualquier cosa menos Brasil. Pero Brasil, justamente, pedía cualquier cosa menos Argentina. Más allá del resultado, el miedo que le tenían a la camiseta Argentina se notaba, y mucho.
Ya no. Hace cinco años, desde ese junio del 2002, la verdeamarelha dejó de tener un rival que le preocupara. Su único problema era ver cómo se despertaban los cracks el día del partido, y si tenían ganas de jugar o no.
Mientras tanto, a la albiceleste le costaba empatar con Paraguay, luchaba en cada amistoso contra Estados Unidos… y ahora éramos nosotros los que temblábamos con Brasil.
En esta copa recuperamos la cara. Esa cara que hace que los rivales traguen un poco de saliva antes de cada jugada. La cara que dice que para ganarnos, van a tener que romperse un par de huesos cada uno. Las caras de Mascherano, Heinze y Tévez, que intimidan más que William Wallace y compañía. La cara de Verón metiendo con ganas, todo (desde pelotazos quirúrgicos, hasta furiosas barridas a los pies de cualquiera) lo que la gente le reclamó –injustamente- después de Corea-Japón. La cara del Coco Basile cantando con fuerza el himno. Hasta la no cara de Román nos saca una sonrisa.
Otra vez, Argentina sale a jugar, a humillar al rival; y, otra vez, el rival hace lo que puede.
Podrán decirme yeta. Como siempre, podemos ganar o perder, porque, por suerte, el fútbol sigue siendo fútbol. Pero la identidad es otra cosa, y ahora la recuperamos. Por eso yo les aseguro que si el domingo miran con atención, van a ver, una vez más, que los once tipos de amarillo están temblando…
Antes del traspié en el mundial oriental, el equipo de Marcelo salía a jugar y pasar por arriba a los once que estuvieran parados del otro lado de la cancha, sin importar la camiseta que tuvieran; mientras que el rival salía a jugar con un planteo hecho para enfrentar a la Argentina. Esto nos jugó en contra y fue lo que trajo la decepción futbolera más grande desde aquél partido contra Rumania, sin Diego.
A partir del empate con Suecia, dejamos de ser la temida selección Argentina.
Pero eso no fue lo difícil. La verdadera tristeza llegó cuando nos dimos cuenta que los invencibles de siempre, esos que sólo tenían miedo de jugar con nosotros, ahora miraban nuestra camiseta y no temblaban.
Vamos a dar nombres: Brasil. Sin duda, la mejor selección del mundo, año tras año. Nadie quiere cruzarse con Brasil, cualquier cosa menos Brasil. Pero Brasil, justamente, pedía cualquier cosa menos Argentina. Más allá del resultado, el miedo que le tenían a la camiseta Argentina se notaba, y mucho.
Ya no. Hace cinco años, desde ese junio del 2002, la verdeamarelha dejó de tener un rival que le preocupara. Su único problema era ver cómo se despertaban los cracks el día del partido, y si tenían ganas de jugar o no.
Mientras tanto, a la albiceleste le costaba empatar con Paraguay, luchaba en cada amistoso contra Estados Unidos… y ahora éramos nosotros los que temblábamos con Brasil.
En esta copa recuperamos la cara. Esa cara que hace que los rivales traguen un poco de saliva antes de cada jugada. La cara que dice que para ganarnos, van a tener que romperse un par de huesos cada uno. Las caras de Mascherano, Heinze y Tévez, que intimidan más que William Wallace y compañía. La cara de Verón metiendo con ganas, todo (desde pelotazos quirúrgicos, hasta furiosas barridas a los pies de cualquiera) lo que la gente le reclamó –injustamente- después de Corea-Japón. La cara del Coco Basile cantando con fuerza el himno. Hasta la no cara de Román nos saca una sonrisa.
Otra vez, Argentina sale a jugar, a humillar al rival; y, otra vez, el rival hace lo que puede.
Podrán decirme yeta. Como siempre, podemos ganar o perder, porque, por suerte, el fútbol sigue siendo fútbol. Pero la identidad es otra cosa, y ahora la recuperamos. Por eso yo les aseguro que si el domingo miran con atención, van a ver, una vez más, que los once tipos de amarillo están temblando…
sábado, 7 de julio de 2007
Queja formal
Muy lindo, muy lindo.
Live 8, Live Earth, artistas ultra famosos tocando en vivo para cientos de miles de personas, gratis, concientizando a la humanidad. La madre que los parió, ¿por qué no vienen a salvar al mundo desde acá? Armemos un mega recital gratis para salvar al universo en Jurabildo; vengan a tocar Madonnas, vengan históricas e inesperadas reuniones de Pink Floyd.
Metidos en Europa, Japón, Estados Unidos... ¡a ellos no hay que salvarlos! Latinoamérica hay que salvar, África. Pero NO, los shows para que no haya más pobres e indigentes son en las ciudades más ricas del mundo.
Y mientras, nosotros, los sudacas, tenemos que pagar $400 para ver a The Police, $120 para una lejanísima popular de Roger Waters. ¿Qué está pasando?
¡Yo digo!
NO a los mega shows para salvarnos... ¡desde lejos!
NO a sus planes elitistas para salvar a lo que ni siquiera se gastan en visitar.
NO a disfrazar de ángeles a tipos que tocan gratis para los que sí pueden pagar esos benditos 120 dólares.
Si quieren ayudar, vengan a festejar acá sus planes de salvamento. Porque cuando terminan de alegrarles la vida gratis a esos ricos, pareciera que vienen a recuperar lo que no facturaron en esos shows.
Conmigo no, eh. Prefiero poner un disco antes que escucharlos cantar "por un mundo mejor", pero DESDE un mundo que ya está mejor, y con voz de que les damos lástima.
Basta de mentir Bono y cía. Basta.
Live 8, Live Earth, artistas ultra famosos tocando en vivo para cientos de miles de personas, gratis, concientizando a la humanidad. La madre que los parió, ¿por qué no vienen a salvar al mundo desde acá? Armemos un mega recital gratis para salvar al universo en Jurabildo; vengan a tocar Madonnas, vengan históricas e inesperadas reuniones de Pink Floyd.
Metidos en Europa, Japón, Estados Unidos... ¡a ellos no hay que salvarlos! Latinoamérica hay que salvar, África. Pero NO, los shows para que no haya más pobres e indigentes son en las ciudades más ricas del mundo.
Y mientras, nosotros, los sudacas, tenemos que pagar $400 para ver a The Police, $120 para una lejanísima popular de Roger Waters. ¿Qué está pasando?
¡Yo digo!
NO a los mega shows para salvarnos... ¡desde lejos!
NO a sus planes elitistas para salvar a lo que ni siquiera se gastan en visitar.
NO a disfrazar de ángeles a tipos que tocan gratis para los que sí pueden pagar esos benditos 120 dólares.
Si quieren ayudar, vengan a festejar acá sus planes de salvamento. Porque cuando terminan de alegrarles la vida gratis a esos ricos, pareciera que vienen a recuperar lo que no facturaron en esos shows.
Conmigo no, eh. Prefiero poner un disco antes que escucharlos cantar "por un mundo mejor", pero DESDE un mundo que ya está mejor, y con voz de que les damos lástima.
Basta de mentir Bono y cía. Basta.
martes, 3 de julio de 2007
En cama con Graciela Borges
Que sí, que no, que sí, que no. Hablamos por teléfono todos los días durante una semana, para confirmar y cancelar nuestra cita. ¿A quién se le ocurre agarrarse neumonía justo cuando le tengo que hacer una entrevista? Sólo a Graciela Borges. ¿A quién se le ocurre solucionar esto proponiendo ser su enfermero durante un día? Yo lo insinué. Se lo planteé disimuladamente como un chiste con un dejo de seriedad, para tantear, escuchar cómo reaccionaba. Entre tosidos y su voz ronca característica, que gracias a la enfermedad se parece al nocturno sonido de un sapo, croó: “dale, vení a ayudarme, pero no me pienso sacar el pijama, así que mi apariencia es off the record” y largó una carcajada ruidosa que me hizo sonreír.
Suerte que no le tengo miedo a las alturas. Pisos 13 y 14 de un llamativo edificio sobre Figueroa Alcorta, por Palermo. En el ascensor me puse el barbijo, y cuando se abrió la puerta, se rió antes de saludarme. “¡Tampoco para tanto! Igual ya no es contagioso”. Con 65 años cumplidos un mes atrás, a pesar de la gripe virósica que la tiene en cama hace siete días, y el cansancio que viene con esto, Graciela Borges está intacta. Hermosa, llamativa, interesante. El camisón violeta de seda la ahorca, tratando de atarle la garganta para que no salga la tos. Deja apreciar su cuerpo con bastante claridad. “¿Querés tomar algo?”, me entrevistó. Asumí mi papel (el que habíamos acordado al menos), y repliqué: “no, yo tengo que servirte a vos, porque sos la paciente”. Me guió a la cocina por una puerta que está al lado de un sillón cuya increíble comodidad iba a comprobar más tarde. Sin dejar de mover las manos me indicó dónde podía conseguir una taza, saquitos de té y limón, mientras ella sacaba una Coca de la heladera. “¿Tenés soda o agua?” murmuré con algo de vergüenza por el exceso de confianza que implicaba, “no me gusta mucho la gaseosa”.
Nos sentamos en la mesa de madera de la cocina a tomar su té y mi café (finalmente me decidí), y después de halagar un rato la casa, sin soltar la taza y haciendo rebotar su pantufla derecha con el piso una y otra vez, me explicó: “no estoy tanto tiempo acá. Me gusta más vivir en el country, en Tortugas, pero cuando tengo que hacer muchas cosas, no puedo irme hasta allá y volver todos los días”. Se le escapa una seguidilla de carraspeos. “Te debo querer mucho para hacer esto. Estoy muy cansada”. Me dio culpa y quise que me tragara la tierra, por un momento sentí que el encuentro había sido desubicado. Pero inmediatamente me tranquilizó, volvió a sonreír y me explicó con fastidio: “ya estoy cansada de estar acá, todo el día en la cama. Me aburro mucho. No puedo ni ir a la radio”.
“La radio me hace sentir cómoda, tranquila; me hace feliz. Todo lo que hago ahí adentro lo disfruto”. Cuando era joven, “cerca de los 10 años”, recuerda, sus compañeras se reían de su rasposa voz. “Estaba intimidada, con vergüenza de hablar mucho” me confiesa, orgullosa de poder decir que ahora vive del mismo tono de voz que hace tantos años causaba gracia. Sin titubear admite que nunca creyó que sería actriz: “después de mi debut dije que nunca más haría eso. ¡Imaginate! Tuve que estar 40 minutos colgada del techo del Teatro Colón, con peluca rubia y un disfraz de ángel. No quería ni acercarme a un escenario de nuevo” rezongó graciosamente, mientras levantaba las cejas con indignación, y abría la boca para estallar de risa. Volvemos por la puerta, al lado del sillón, atravesamos el living hasta llegar al balcón. El camino está decorado con triunfos y amores. Mesitas y estantes con fotos de sus padres, de su hijo, ella con Paul Newman, Sofía Lauren y hasta el Príncipe Felipe. Traspapelados entre todos los adornos, se ven los premios que recibió a lo largo de su completísima carrera.
Hace unos días la llame a su casa en Tortugas media hora más tarde de lo pactado por la tardanza de mi colectivo. Me atendió una chica que trabaja ahí.
- Hola, ¿está Graciela?
- Ahora no te puede atender, está meditando.
Me quedé callado unos segundos, con los ojos redondos y sorprendidos.
- Está bien, bueno... ¿después se duerme o la puedo llamar? No sé, ¿qué hace?
Hablé nervioso. La confesión de mi interlocutora me descolocó. Además, vino acompañada con una curiosidad que no pensaba controlar. Desde el espectacular sillón –al fin- del que no me moví hasta que terminó la entrevista, la interrogué sobre esta cuestión. Pasa dos horas por día, una a la mañana y otra a la noche, en este estado. Con total ignorancia le pregunté sobre qué medita.
- No se medita de algo en particular. Meditar es observar.
- ¿Pero no pensás en nada?
- Es un acto para soltar la mente. Estoy sentada tranquila en una habitación de mi casa, sin teléfono, ni ruidos.
Me explica (intenta) que sigue las técnicas de unos monjes del Himalaya que se llaman Ishaya. Me esfuerzo por mantener la cara más natural que puedo mostrar en ese momento. En esas dos horas diarias, escapa de la vorágine y los nervios de la cuidad. “Hay mucha ansiedad. Todos están apurados, corren, gritan. Si siguen así, se terminan chocando contra una pared”.
- Vos parecés tranquilo, equilibrado, pero...
Me mira fijo, desafiante. La interrumpo.
- Sí, controlo bastante bien mis nervios.
- Pero la paciencia se acaba para todos. En algún momento vas a necesitar algún tipo de ayuda, un guía.
Estupendo. Graciela Borges en pijama me acaba de recomendar que pruebe con alguna milenaria técnica de relajación.
- Así puedo encarar mis días como quiero.
- ¿En paz?- le consulto sin entender mucho.
- Tengo una filosofía: dar todo lo mejor cada día, sin esperar resultados.
Teléfono. Me da la espalda para atender, y se postra unos minutos enfrente del magno ventanal que da al Río de La Plata. Habla risueña y alegre.
- Qué sorpresa.
- ¿Quién era?- pregunto atrevidamente.
- Josefina, mi sobrina. Hace meses que no la veo. La tendrías que conocer, es muy linda.
También quiere concertarme una cita.
- En la semana llamame de nuevo, yo arreglo con ella, y vamos los tres a tomar algo. De paso me conocés bien vestida y fuera de mi casa.
En pocas horas, me presentó alternativas para solucionar todos mis preocupaciones. Relajación mental. Sobrina encantadora. A duras penas logro levantarme del inolvidable sillón. “Andá, te saludo desde el balcón cuando salgas”. Levanto la cabeza. No se ve. Piso 13 y 14 sobre Figueroa Alcorta. Me olvidé el barbijo.
Suerte que no le tengo miedo a las alturas. Pisos 13 y 14 de un llamativo edificio sobre Figueroa Alcorta, por Palermo. En el ascensor me puse el barbijo, y cuando se abrió la puerta, se rió antes de saludarme. “¡Tampoco para tanto! Igual ya no es contagioso”. Con 65 años cumplidos un mes atrás, a pesar de la gripe virósica que la tiene en cama hace siete días, y el cansancio que viene con esto, Graciela Borges está intacta. Hermosa, llamativa, interesante. El camisón violeta de seda la ahorca, tratando de atarle la garganta para que no salga la tos. Deja apreciar su cuerpo con bastante claridad. “¿Querés tomar algo?”, me entrevistó. Asumí mi papel (el que habíamos acordado al menos), y repliqué: “no, yo tengo que servirte a vos, porque sos la paciente”. Me guió a la cocina por una puerta que está al lado de un sillón cuya increíble comodidad iba a comprobar más tarde. Sin dejar de mover las manos me indicó dónde podía conseguir una taza, saquitos de té y limón, mientras ella sacaba una Coca de la heladera. “¿Tenés soda o agua?” murmuré con algo de vergüenza por el exceso de confianza que implicaba, “no me gusta mucho la gaseosa”.
Nos sentamos en la mesa de madera de la cocina a tomar su té y mi café (finalmente me decidí), y después de halagar un rato la casa, sin soltar la taza y haciendo rebotar su pantufla derecha con el piso una y otra vez, me explicó: “no estoy tanto tiempo acá. Me gusta más vivir en el country, en Tortugas, pero cuando tengo que hacer muchas cosas, no puedo irme hasta allá y volver todos los días”. Se le escapa una seguidilla de carraspeos. “Te debo querer mucho para hacer esto. Estoy muy cansada”. Me dio culpa y quise que me tragara la tierra, por un momento sentí que el encuentro había sido desubicado. Pero inmediatamente me tranquilizó, volvió a sonreír y me explicó con fastidio: “ya estoy cansada de estar acá, todo el día en la cama. Me aburro mucho. No puedo ni ir a la radio”.
“La radio me hace sentir cómoda, tranquila; me hace feliz. Todo lo que hago ahí adentro lo disfruto”. Cuando era joven, “cerca de los 10 años”, recuerda, sus compañeras se reían de su rasposa voz. “Estaba intimidada, con vergüenza de hablar mucho” me confiesa, orgullosa de poder decir que ahora vive del mismo tono de voz que hace tantos años causaba gracia. Sin titubear admite que nunca creyó que sería actriz: “después de mi debut dije que nunca más haría eso. ¡Imaginate! Tuve que estar 40 minutos colgada del techo del Teatro Colón, con peluca rubia y un disfraz de ángel. No quería ni acercarme a un escenario de nuevo” rezongó graciosamente, mientras levantaba las cejas con indignación, y abría la boca para estallar de risa. Volvemos por la puerta, al lado del sillón, atravesamos el living hasta llegar al balcón. El camino está decorado con triunfos y amores. Mesitas y estantes con fotos de sus padres, de su hijo, ella con Paul Newman, Sofía Lauren y hasta el Príncipe Felipe. Traspapelados entre todos los adornos, se ven los premios que recibió a lo largo de su completísima carrera.
Hace unos días la llame a su casa en Tortugas media hora más tarde de lo pactado por la tardanza de mi colectivo. Me atendió una chica que trabaja ahí.
- Hola, ¿está Graciela?
- Ahora no te puede atender, está meditando.
Me quedé callado unos segundos, con los ojos redondos y sorprendidos.
- Está bien, bueno... ¿después se duerme o la puedo llamar? No sé, ¿qué hace?
Hablé nervioso. La confesión de mi interlocutora me descolocó. Además, vino acompañada con una curiosidad que no pensaba controlar. Desde el espectacular sillón –al fin- del que no me moví hasta que terminó la entrevista, la interrogué sobre esta cuestión. Pasa dos horas por día, una a la mañana y otra a la noche, en este estado. Con total ignorancia le pregunté sobre qué medita.
- No se medita de algo en particular. Meditar es observar.
- ¿Pero no pensás en nada?
- Es un acto para soltar la mente. Estoy sentada tranquila en una habitación de mi casa, sin teléfono, ni ruidos.
Me explica (intenta) que sigue las técnicas de unos monjes del Himalaya que se llaman Ishaya. Me esfuerzo por mantener la cara más natural que puedo mostrar en ese momento. En esas dos horas diarias, escapa de la vorágine y los nervios de la cuidad. “Hay mucha ansiedad. Todos están apurados, corren, gritan. Si siguen así, se terminan chocando contra una pared”.
- Vos parecés tranquilo, equilibrado, pero...
Me mira fijo, desafiante. La interrumpo.
- Sí, controlo bastante bien mis nervios.
- Pero la paciencia se acaba para todos. En algún momento vas a necesitar algún tipo de ayuda, un guía.
Estupendo. Graciela Borges en pijama me acaba de recomendar que pruebe con alguna milenaria técnica de relajación.
- Así puedo encarar mis días como quiero.
- ¿En paz?- le consulto sin entender mucho.
- Tengo una filosofía: dar todo lo mejor cada día, sin esperar resultados.
Teléfono. Me da la espalda para atender, y se postra unos minutos enfrente del magno ventanal que da al Río de La Plata. Habla risueña y alegre.
- Qué sorpresa.
- ¿Quién era?- pregunto atrevidamente.
- Josefina, mi sobrina. Hace meses que no la veo. La tendrías que conocer, es muy linda.
También quiere concertarme una cita.
- En la semana llamame de nuevo, yo arreglo con ella, y vamos los tres a tomar algo. De paso me conocés bien vestida y fuera de mi casa.
En pocas horas, me presentó alternativas para solucionar todos mis preocupaciones. Relajación mental. Sobrina encantadora. A duras penas logro levantarme del inolvidable sillón. “Andá, te saludo desde el balcón cuando salgas”. Levanto la cabeza. No se ve. Piso 13 y 14 sobre Figueroa Alcorta. Me olvidé el barbijo.
viernes, 22 de junio de 2007
De Bichos y Flores
Afuera nevaba palito, bombón, helado, mientras que adentro se discutían cuestiones que cambiarían el curso, no sólo de sus vidas, sino la de todos...
M: Lo mejor del frío es el chocolate.
E: Y hacer cucharita.
M: ¡Es verdad!
A: ¡Momento! Lo mejor del frío es que no hay mosquitos.
M: Uhh, ¡me olvidaba de los mosquitos!
A: Además, la cucharita es lo mejor para los días de lluvia.
E: Cuando llueve también es cucharita, pero con película...
M: ... y con frío, es cucharita y chocolate.
M: Lo mejor del frío es el chocolate.
E: Y hacer cucharita.
M: ¡Es verdad!
A: ¡Momento! Lo mejor del frío es que no hay mosquitos.
M: Uhh, ¡me olvidaba de los mosquitos!
A: Además, la cucharita es lo mejor para los días de lluvia.
E: Cuando llueve también es cucharita, pero con película...
M: ... y con frío, es cucharita y chocolate.
jueves, 7 de junio de 2007
Feliz día yo y uds.
Festejemos, periodistas.
¡Arriba las copas!
Y yo, inescribiente, sin computador.
Guizmo -mi computador- saltó por un balcón.
Pero volveré...
¡Arriba las copas!
Y yo, inescribiente, sin computador.
Guizmo -mi computador- saltó por un balcón.
Pero volveré...
lunes, 28 de mayo de 2007
Recomendados I
- Soup, de Blind Melon.
- Pearl Jam, de Pearl Jam.
- En hora pico, volviendo a casa desde 9 de Julio, tomarse el subte para el otro lado, el de Catedral, para poder sentarse a la vuelta.
- Esperar el colectivo parado en la vereda de enfrente, donde todavía da el sol.
- Los jeans sin cierre, desabotonarlos de un tirón fuerte y certero.
- Pearl Jam, de Pearl Jam.
- En hora pico, volviendo a casa desde 9 de Julio, tomarse el subte para el otro lado, el de Catedral, para poder sentarse a la vuelta.
- Esperar el colectivo parado en la vereda de enfrente, donde todavía da el sol.
- Los jeans sin cierre, desabotonarlos de un tirón fuerte y certero.
jueves, 24 de mayo de 2007
Una noche en Nueva Orleans
Ese día me había despertado temprano, como a las 7.30, de la nada. Raro, eso de madrugar un día que no hay que madrugar. Pero estaba descansado, así que me levanté sin quejarme.
Todas las mañanas lo mismo: cambio mis sábanas de plaza y media por el sabanítico diario de dos plazas. Haberlo leído con tanto tiempo de anticipación me dejó mentalizarme para ir, y programar mi día -mi noche- alrededor de eso. Como le dije a mi hermano: Jazz-man Anthony Braxton en Dorrego y Zapiola.
Llegué cinco minutos antes de que empiece, lo justo para tomar una cerveza en la barra antes de acercarme al escenario. "El sexto festival de jazz de Buenos Aires presenta al Diamond Curtain Wall Trio" distorsionó una voz por los parlantes. Agarré otra bien fría y fui a buscarme un lugar entre los montones de gente que copaban las gradas y el piso.
El público estaba dividido en tres tipos: por un lado, los señores y señoras de años de anillo y convivencia; por otro, parejas jóvenes que, por las caras, terminaron ahí gracias a la brillante idea del novio que se quizo hacer el original; y por último, una rarísima constante: grupos de cuatro hombres.
Empezó puntual, y media clavadas. Iban menos de treinta minutos de show y ya había un flujo casi constante de gente escapando. Primero las parejas jóvenes, con decidida marcha, preguntándose por qué no dedicaron la noche a una cucharita. Después algunos de los cuartetos masculinos. Parecía que la mayoría había ido a escuchar una trompeta romántica y a Lisa tocando el saxo, y se encontraron con un free jazz, limón y chillón. Se ve que no les gustó.
Yo, contento: ocupé uno de los lugares preferenciales que habían dejado los abortistas.
A la vista, Braxton era todo lo que cualquiera sabe de jazz. Ese estereotipo que conocimos en las películas, hasta el último detalle. Un negro no gordo, sino redondo, hecho con círculos unidos, como un hombre de nieve. Pelo abundante, pomposo, morocho y canoso. Y el sweater azul, esa lana con botones tejida con forma de campera, que llega casi hasta la rodilla.
Tímidamente felicitábamos los solos que se alternaban: la guitarrista, el trío, el trompetista, un dúo, el saxo, guitarra, trío...
Después de una hora al palo non-stop, quedamos muchos menos de los que empezamos, pero aplaudimos, y fuerte, reemplazando a los disconformes sin oído que huyeron.
Todas las mañanas lo mismo: cambio mis sábanas de plaza y media por el sabanítico diario de dos plazas. Haberlo leído con tanto tiempo de anticipación me dejó mentalizarme para ir, y programar mi día -mi noche- alrededor de eso. Como le dije a mi hermano: Jazz-man Anthony Braxton en Dorrego y Zapiola.
Llegué cinco minutos antes de que empiece, lo justo para tomar una cerveza en la barra antes de acercarme al escenario. "El sexto festival de jazz de Buenos Aires presenta al Diamond Curtain Wall Trio" distorsionó una voz por los parlantes. Agarré otra bien fría y fui a buscarme un lugar entre los montones de gente que copaban las gradas y el piso.
El público estaba dividido en tres tipos: por un lado, los señores y señoras de años de anillo y convivencia; por otro, parejas jóvenes que, por las caras, terminaron ahí gracias a la brillante idea del novio que se quizo hacer el original; y por último, una rarísima constante: grupos de cuatro hombres.
Empezó puntual, y media clavadas. Iban menos de treinta minutos de show y ya había un flujo casi constante de gente escapando. Primero las parejas jóvenes, con decidida marcha, preguntándose por qué no dedicaron la noche a una cucharita. Después algunos de los cuartetos masculinos. Parecía que la mayoría había ido a escuchar una trompeta romántica y a Lisa tocando el saxo, y se encontraron con un free jazz, limón y chillón. Se ve que no les gustó.
Yo, contento: ocupé uno de los lugares preferenciales que habían dejado los abortistas.
A la vista, Braxton era todo lo que cualquiera sabe de jazz. Ese estereotipo que conocimos en las películas, hasta el último detalle. Un negro no gordo, sino redondo, hecho con círculos unidos, como un hombre de nieve. Pelo abundante, pomposo, morocho y canoso. Y el sweater azul, esa lana con botones tejida con forma de campera, que llega casi hasta la rodilla.
Tímidamente felicitábamos los solos que se alternaban: la guitarrista, el trío, el trompetista, un dúo, el saxo, guitarra, trío...
Después de una hora al palo non-stop, quedamos muchos menos de los que empezamos, pero aplaudimos, y fuerte, reemplazando a los disconformes sin oído que huyeron.
jueves, 17 de mayo de 2007
Hoy fui de compras
Hace rato que tenía que renovar muchos discos y, por fin, hoy me decidí a hacerlo. Con los años, entre los que fueron desapareciendo, los que se rayaron hasta la perdición y los que tienen nueva casa, mi discografía (bueno, nuestra) se empezó a ver algo delgada.
Hoy fui de compras y conseguí esto -con la suerte que corrieron sus antecesores-:
Bob Marley
Uprising y Survival: Rodrigo rufián, se escapó con ellos. Eran los dos de él igual...
Pink Floyd
Atom Heart Mother: es del otro. Patricio se lo llevó sin que pueda ni copiarlo... hay que tener sangre fría, eh.
Red Hot Chili Peppers
What's Hits!?: ¿qué le pasó a este, señores? ¿Lo tiene alguno de ustedes? Igual, creo que la última vez que lo vi, estaba cerca de la muerte.
Freaky Style: ¡este es nuevo! No lo tenía.
The Doors
Morrison Hotel y L.A. Woman (lo estoy escuchando ahora): viejos, con mucho uso y raspones, se los llevó el dueño hace poco.
The Soft Parade: por lo que me acuerdo, lo raptó el mayor y no supimos más de él.
Depeche Mode
Violator (lo voy a ir a cambiar; tiene los ganchitos del medio rotos, todos rotos): Lechuga lo tiene. Lechuga era, ¿no? ¿O Pobi? uno de esos; un amigo del que tiene Soft Parade.
Lo más difícil de estas compras es cuando, de golpe, te encontrás con veintisiete discos en la mano, y sabés que tenés que descartar algunos, pero no te imaginás sin ninguno de los que ya elegiste. Algunos de los que abandoné:
Strange Days, The Red Hot Chili Peppers, Mother's Milk, The Piper at the Gates of Dawn, A saucerful of Secrets, Obscured by Clouds y andá a saber cuántos más.
Una pregunta... ¿.mp qué?
Hoy fui de compras y conseguí esto -con la suerte que corrieron sus antecesores-:
Bob Marley
Uprising y Survival: Rodrigo rufián, se escapó con ellos. Eran los dos de él igual...
Pink Floyd
Atom Heart Mother: es del otro. Patricio se lo llevó sin que pueda ni copiarlo... hay que tener sangre fría, eh.
Red Hot Chili Peppers
What's Hits!?: ¿qué le pasó a este, señores? ¿Lo tiene alguno de ustedes? Igual, creo que la última vez que lo vi, estaba cerca de la muerte.
Freaky Style: ¡este es nuevo! No lo tenía.
The Doors
Morrison Hotel y L.A. Woman (lo estoy escuchando ahora): viejos, con mucho uso y raspones, se los llevó el dueño hace poco.
The Soft Parade: por lo que me acuerdo, lo raptó el mayor y no supimos más de él.
Depeche Mode
Violator (lo voy a ir a cambiar; tiene los ganchitos del medio rotos, todos rotos): Lechuga lo tiene. Lechuga era, ¿no? ¿O Pobi? uno de esos; un amigo del que tiene Soft Parade.
Lo más difícil de estas compras es cuando, de golpe, te encontrás con veintisiete discos en la mano, y sabés que tenés que descartar algunos, pero no te imaginás sin ninguno de los que ya elegiste. Algunos de los que abandoné:
Strange Days, The Red Hot Chili Peppers, Mother's Milk, The Piper at the Gates of Dawn, A saucerful of Secrets, Obscured by Clouds y andá a saber cuántos más.
Una pregunta... ¿.mp qué?
martes, 15 de mayo de 2007
Funky reggae party
Estaban todos hacinados. Subimos unos escalones, hasta que se viera bien y cuando me di vuelta me salió la cara de sorpresa; enfrente del escenario parecía que estaba la hinchada de Claypole mas que los relajados rastafaris que se suponía que habría. Pogo en un festival reggae.
Después de los Skatalites -muy bien, tienen garra... lástima que llegué tarde. ¡Es que no fue todo tan fácil como cuenta la historia! Primero hubo que llamar a la radio:
- Soy Santiago, estoy acá con mi amigo Gonpi, que está manejando, y queríamos las entradas para el Bob Marley Day.
- ¿Escuchan siempre la radio?
- No, justo terminó un disco de Marley, y cuando lo sacamos para poner otra cosa, estabas vos diciendo que llamemos para ganarnos entradas.
- Qué suerte... ¿y les gusta el reggae?
A las tres semanas fui a la radio a buscar nuestro premio -nos ganamos dos- y ya empezaron las complicaciones: día 1 ó día 2. El primero, quiero ver a Alpha Blondy antes que a Yellowman, asi que me tendré que bancar a los Cafres.
Lo pasaba a buscar por Cabildo y Virrey del Pino, pero la nave falló. "Negro, estoy en Jurabildo, se quedó el coche". Para cuando llegó con el agua de la estación de servicio, ya me había recibido de mecánico y el Escort flotaba de nuevo. Nos fuimos al centro más rápido que el 'Coco' San Esteban.
Nada como buscar dónde estacionar. Una semana atrás me habían intentado cobrar $20 por dejarlo en la calle -no se preocupen, arrollé al atrevido-, entonces encaré directamente a un aparcamiento de esos con la E grande y azul. Todos llenos.
Entonces, el cierre de Skatalites fue de fiesta; el arranque de Cafres lo aplaudieron varios. El cantante parecía Illya Kuryaki, con algo parecido al clásico jogging/campera azul noventoso de Adidas, pero amarillo patito. También bailaba, hablaba y hasta cantaba como un hip-hopero. Le faltaban las cadenas y anillos (aguante Mr. T -también de los '90-).
Los hiteros se paraban y festejaban un ratito cuando tocaban un tema para ellos -hitero, claro. Hubo uno que reconocí el nombre: Aire, gracias a su variada lírica (¡sí, sí, como Lyrica, la banda! que, casualmente, también era de la década del 90; cómo estamos, eh...). El final tuvo menos palmas que el principio.
Y para despedir, Alpha Blondy tuvo una falla: tardó una vida de hipopótamo en salir al escenario. Después, el show fue positivo. Se danzó a lo pavo; me tuve que atrapar de brazos vecinos y desconocidos más de una vez, porque me iba para abajo por las gradas; hubo un rato genial, largo, de como 4 minutos, que el público cantó para la banda; y en el estacionamiento me mataron.
Mucho, muchísimo humo, banderas de Jamaica, 26 años de la muerte de Bob Marley y una milanesa gigante con papas fritas... A funky reggae party happens tonight.
Después de los Skatalites -muy bien, tienen garra... lástima que llegué tarde. ¡Es que no fue todo tan fácil como cuenta la historia! Primero hubo que llamar a la radio:
- Soy Santiago, estoy acá con mi amigo Gonpi, que está manejando, y queríamos las entradas para el Bob Marley Day.
- ¿Escuchan siempre la radio?
- No, justo terminó un disco de Marley, y cuando lo sacamos para poner otra cosa, estabas vos diciendo que llamemos para ganarnos entradas.
- Qué suerte... ¿y les gusta el reggae?
A las tres semanas fui a la radio a buscar nuestro premio -nos ganamos dos- y ya empezaron las complicaciones: día 1 ó día 2. El primero, quiero ver a Alpha Blondy antes que a Yellowman, asi que me tendré que bancar a los Cafres.
Lo pasaba a buscar por Cabildo y Virrey del Pino, pero la nave falló. "Negro, estoy en Jurabildo, se quedó el coche". Para cuando llegó con el agua de la estación de servicio, ya me había recibido de mecánico y el Escort flotaba de nuevo. Nos fuimos al centro más rápido que el 'Coco' San Esteban.
Nada como buscar dónde estacionar. Una semana atrás me habían intentado cobrar $20 por dejarlo en la calle -no se preocupen, arrollé al atrevido-, entonces encaré directamente a un aparcamiento de esos con la E grande y azul. Todos llenos.
Entonces, el cierre de Skatalites fue de fiesta; el arranque de Cafres lo aplaudieron varios. El cantante parecía Illya Kuryaki, con algo parecido al clásico jogging/campera azul noventoso de Adidas, pero amarillo patito. También bailaba, hablaba y hasta cantaba como un hip-hopero. Le faltaban las cadenas y anillos (aguante Mr. T -también de los '90-).
Los hiteros se paraban y festejaban un ratito cuando tocaban un tema para ellos -hitero, claro. Hubo uno que reconocí el nombre: Aire, gracias a su variada lírica (¡sí, sí, como Lyrica, la banda! que, casualmente, también era de la década del 90; cómo estamos, eh...). El final tuvo menos palmas que el principio.
Y para despedir, Alpha Blondy tuvo una falla: tardó una vida de hipopótamo en salir al escenario. Después, el show fue positivo. Se danzó a lo pavo; me tuve que atrapar de brazos vecinos y desconocidos más de una vez, porque me iba para abajo por las gradas; hubo un rato genial, largo, de como 4 minutos, que el público cantó para la banda; y en el estacionamiento me mataron.
Mucho, muchísimo humo, banderas de Jamaica, 26 años de la muerte de Bob Marley y una milanesa gigante con papas fritas... A funky reggae party happens tonight.
domingo, 13 de mayo de 2007
De domingo
Sólo avisos y pedidos.
- Creo que ya andan los/las tildes en mi computadora. Creo.
- Leandro, queremos tu "b l o g", la gente se babea pensando en tus éxitos.
Feliz domingo -¿Cómo se llama el que conducía ese programa? El jueves estaba charlando y me di cuenta que me lo confundo con Roberto Galán-
- Creo que ya andan los/las tildes en mi computadora. Creo.
- Leandro, queremos tu "b l o g", la gente se babea pensando en tus éxitos.
Feliz domingo -¿Cómo se llama el que conducía ese programa? El jueves estaba charlando y me di cuenta que me lo confundo con Roberto Galán-
martes, 8 de mayo de 2007
La vida de un hostigador I
- Sí, sí, tengo gusto bastante variado, siempre me dicen lo mismo.
- Jaja, sí, a mi también.
- ¿Por? ¿Qué escuchás vos?
- De todo.
- ¿El himno de Andorra?
- Bueno, no, todo no, pero...
- ¿Entonces?
- No, nada...
- ¿Nada te gusta?
- No, sí...
- ¿Sí o no? No te entiendo.
- Sí, escucho de todo... bueno, no todo, pero muchas cosas.
- O sea que todo, o nada, pero el himno de Andorra, que no, pero sí. ¿Así?
- ¡Ay, sos tan gracioso!
Puf...
- Jaja, sí, a mi también.
- ¿Por? ¿Qué escuchás vos?
- De todo.
- ¿El himno de Andorra?
- Bueno, no, todo no, pero...
- ¿Entonces?
- No, nada...
- ¿Nada te gusta?
- No, sí...
- ¿Sí o no? No te entiendo.
- Sí, escucho de todo... bueno, no todo, pero muchas cosas.
- O sea que todo, o nada, pero el himno de Andorra, que no, pero sí. ¿Así?
- ¡Ay, sos tan gracioso!
Puf...
jueves, 3 de mayo de 2007
El pais de las Maravillas
No soy ningun poeta al decir que las mujeres argentinas son las mas lindas. O si, soy todo un poeta, pero no el unico. Lo dicen tantos; lo decimos tantos; lo dicen tantas, incluso. Nosotros, locales, estamos convencidos y orgullosisimos, pero cada foraneo que llega, lo confirma con alabanzas -y en algun afortunado caso, tambien con orgullo.
Pero me refutan: "las suecas tambien, es un primer puesto compartido". No. Las suecas no son lindas; la sueca es linda. En suecia no hay mujeres, hay una sola; esa alta, rubia, de ojos azules. Punto.
En Argentina esta la alta, rubia, de ojos azules... y la morocha con flequillo, la de rulos que se le sacude el pelo cuando camina, la que ves por la calle con una sonrisa, la que te roba una sonrisa cuando la ves por la calle, la petisa que te da ganas de estrujar, la que le queda perfecto ser narigona, esa castaña con pecas, la palida de piernas flaquitas...
Las suecas no son las suecas... son la sueca. Y ni tu, ni el, ni vosotros, ni ellos me van a poder decir que una mujer linda es mejor que todas las mujeres lindas.
Las felicito, compatriotas. Y agradezco.
Pero me refutan: "las suecas tambien, es un primer puesto compartido". No. Las suecas no son lindas; la sueca es linda. En suecia no hay mujeres, hay una sola; esa alta, rubia, de ojos azules. Punto.
En Argentina esta la alta, rubia, de ojos azules... y la morocha con flequillo, la de rulos que se le sacude el pelo cuando camina, la que ves por la calle con una sonrisa, la que te roba una sonrisa cuando la ves por la calle, la petisa que te da ganas de estrujar, la que le queda perfecto ser narigona, esa castaña con pecas, la palida de piernas flaquitas...
Las suecas no son las suecas... son la sueca. Y ni tu, ni el, ni vosotros, ni ellos me van a poder decir que una mujer linda es mejor que todas las mujeres lindas.
Las felicito, compatriotas. Y agradezco.
viernes, 27 de abril de 2007
Las 17 de las 17
Un viejo amigo, de esos que te cruzas en el 15, me pregunto cuales fueron las 17 bandas que mas escuche en mi vida; no mis bandas favoritas, no, las que mas escuche.
Tarde creo que dos meses en contestar -con mi cuelgue caracteristico incluido-, pero lo logre. Hasta ahi.
Porque para terminar la lista, tuve que cambiar mi mentalidad de "lista definitiva de las 17 bandas que mas escuche en mi vida de rockero" a "lista que ahora creo que esta bien, pero que probablemente cambiaria mañana".
Debe haber doce o trece inamovibles, pero despues hay mucha confusion, varias bandas tienen una pelea pareja para entrar al ranking... pero quedo asi (aquel dia quedo asi):
1- Pearl Jam
2- Pink Floyd
3- The Doors
4- Bob Marley & the Wailers
5- David Bowie
6- Red Hot Chili Peppers
7- Babasonicos
8- Faith no More
9- Guns n' Roses
10- Blind Melon
11- The Beatles
12- Frank Sinatra
13- Skid Row
14- Bon Jovi
15- Jane's Addiction
16- Smashing Pumpkins
17- Pulp
... espero no tener que dibujarme algo de cada banda
(Pd: para las quejas, aviso, solo estoy entrando en calor en esta cuestion de manejar un "b l o g")
Tarde creo que dos meses en contestar -con mi cuelgue caracteristico incluido-, pero lo logre. Hasta ahi.
Porque para terminar la lista, tuve que cambiar mi mentalidad de "lista definitiva de las 17 bandas que mas escuche en mi vida de rockero" a "lista que ahora creo que esta bien, pero que probablemente cambiaria mañana".
Debe haber doce o trece inamovibles, pero despues hay mucha confusion, varias bandas tienen una pelea pareja para entrar al ranking... pero quedo asi (aquel dia quedo asi):
1- Pearl Jam
2- Pink Floyd
3- The Doors
4- Bob Marley & the Wailers
5- David Bowie
6- Red Hot Chili Peppers
7- Babasonicos
8- Faith no More
9- Guns n' Roses
10- Blind Melon
11- The Beatles
12- Frank Sinatra
13- Skid Row
14- Bon Jovi
15- Jane's Addiction
16- Smashing Pumpkins
17- Pulp
... espero no tener que dibujarme algo de cada banda
(Pd: para las quejas, aviso, solo estoy entrando en calor en esta cuestion de manejar un "b l o g")
domingo, 22 de abril de 2007
viernes, 20 de abril de 2007
Rayos y centellas
Lluvia, lluvia,
lluvia con sol,
nubes con calor,
lluvia, lluvia, lluvia,
diluviooo!..
mucho sol! mucho sol!
lluvia...
Dicen que calentamiento global, que se derrite todo, se inundan ciudades y nos quedamos sin rolito para el fernet, y no se que otra tragedia.
Hace un tiempo, cuando Esteban Prol todavia estaba en Cablin, lei que cuando se queden sin hielo, los polos van a tener una temperatura similar a la que hay en Paris en primavera.
... y? y, Garompi?
lluvia con sol,
nubes con calor,
lluvia, lluvia, lluvia,
diluviooo!..
mucho sol! mucho sol!
lluvia...
Dicen que calentamiento global, que se derrite todo, se inundan ciudades y nos quedamos sin rolito para el fernet, y no se que otra tragedia.
Hace un tiempo, cuando Esteban Prol todavia estaba en Cablin, lei que cuando se queden sin hielo, los polos van a tener una temperatura similar a la que hay en Paris en primavera.
... y? y, Garompi?
jueves, 19 de abril de 2007
De aca, para adelante
Habia (primero aclaro: va sin tildes porque mi computadora anda tan mal que no puedo ni ponerlas) creado este pedacito de internet hace mas de un mes, para escribir un rato mientras seguia bloqueado mentalmente. Recien ayer pude saber usarlo (¿comente lo de mi bloqueo mental?), y justo hoy encontre algo que me dio ganas de arrancar con mi "b l o g".
Entre a mi sesion y a mi "b l o g", como aprendi ayer, y me preguntaron el titulo. Ahi nomas me di cuenta que iba a ser dificil empezar con esto (de hecho, el titulo fue lo ultimo que escribi). Fui a buscar una cerveza, pues. Medio litro -sin retorno- de Quilmes.
Hoy termine de leer un libro, y por ahi, terminando, habia un parrafo de esos que marcarlo con un corchete al costado no sirve, tenes que subrayar las 15 lineas.
" No creo que haga falta ningun talento especial para que una persona se eleve del suelo y permanezca suspendida en el aire. Todos lo llevamos dentro -hombres, mujeres y niños-. Tienes que aprender a dejar de ser tu mismo. Ahi es donde empieza, y todo lo demas viene de ahi. Debes dejarte evaporar. Dejar que tus musculos se relajen, respirar hasta que sientes que tu alma sale de ti, y luego cerrar los ojos. Asi es como se hace. El vacio dentro de tu cuerpo se vuelve mas ligero que el aire que te rodea. Poco a poco, empiezas a pesar menos que nada. Cierras los ojos; extiendes los brazos; te dejas evaporar. Y luego, poco a poco, te elevas del suelo.
Asi."
Dos cosas: increiblemente, son 15 lineas en serio. Termine de escribirlo aca, las conte en el libro por curiosidad, y son 15. La otra es que no dice tanto asi suelto (el parrafo -aunque sean dos-), pero si ustedes hubieran volado cuando eran gurrumines, como hice yo, y si ustedes hubieran leido el libro, como hice yo, entenderian lo que es.
Costo, pero creo que este es mi debut. Si, lo es.
Entre a mi sesion y a mi "b l o g", como aprendi ayer, y me preguntaron el titulo. Ahi nomas me di cuenta que iba a ser dificil empezar con esto (de hecho, el titulo fue lo ultimo que escribi). Fui a buscar una cerveza, pues. Medio litro -sin retorno- de Quilmes.
Hoy termine de leer un libro, y por ahi, terminando, habia un parrafo de esos que marcarlo con un corchete al costado no sirve, tenes que subrayar las 15 lineas.
" No creo que haga falta ningun talento especial para que una persona se eleve del suelo y permanezca suspendida en el aire. Todos lo llevamos dentro -hombres, mujeres y niños-. Tienes que aprender a dejar de ser tu mismo. Ahi es donde empieza, y todo lo demas viene de ahi. Debes dejarte evaporar. Dejar que tus musculos se relajen, respirar hasta que sientes que tu alma sale de ti, y luego cerrar los ojos. Asi es como se hace. El vacio dentro de tu cuerpo se vuelve mas ligero que el aire que te rodea. Poco a poco, empiezas a pesar menos que nada. Cierras los ojos; extiendes los brazos; te dejas evaporar. Y luego, poco a poco, te elevas del suelo.
Asi."
Dos cosas: increiblemente, son 15 lineas en serio. Termine de escribirlo aca, las conte en el libro por curiosidad, y son 15. La otra es que no dice tanto asi suelto (el parrafo -aunque sean dos-), pero si ustedes hubieran volado cuando eran gurrumines, como hice yo, y si ustedes hubieran leido el libro, como hice yo, entenderian lo que es.
Costo, pero creo que este es mi debut. Si, lo es.
martes, 6 de marzo de 2007
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